sábado, 3 de diciembre de 2011

Días Grises

Quiero aclarar antes de que leas ésto, que no soy completamente consciente de lo que estoy escribiendo. A mis 15 años, ésto no tendría que pasarme, pero me acabo (o no) de dar cuenta de que la angustia golpea hasta a quien cree tener una armadura de acero.
Bueno, antes de ponerme a diseñar ésta página, me quiero largar a escribir. No aguanto las ganas, necesito liberarme de un peso que me hostiga hasta hace unas horas.
Afuera es sábado, pero acá en mi habitación parece el día del apocalípsis. Hay agonía contendida en una habitación tan pequeña como la mía. Más allá de un par de paredes, afuera de ésta casa de mierda, hay gente que parece que se va a matar de la alegría, parece que hay un casamiento en la Catedral que está aproximádamente a dos cuadras de mi casa, parece que todos rebalsan felicidad haciendo sonar su estruendosa bocina con constancia. Hacen bien, festejan algo importante, la unión entre dos personas, que como Dios manda deben casarse para ya nunca volver a la etapa de ser SOLTEROS. La frase que pronuncia el padre en el momento cúlmine de la boda tiene importancia perpetua: "Hasta que la muerte los separe" Quiere decir, "ya está flaco, estás comprometido de por vida".
¿Qué carajo hacía yo mientras todo esto vagaba por mi mente? Estaba acostado, muerto de un frío súbito que me agarró, re tapado hasta los ojos. Quienquiera que lea esto, y quien quiera tomarse la molestia de revisar la fecha, se dará cuenta de que estamos en Diciembre. En Diciembre, en Argentina hace calor.
¿Por qué tengo frío? ¿A qué se debe que esté acostado, muerto de frío y tapado? Bueno, es que es cierto que la soledad desespera, como diría Gustavo Cordera. Estoy solo, solo en mi habitación horrenda. Mis viejos no están, la casa entera está sola e intenta seducirme. Me atrapa más la idea de quedarme donde estoy, al resguardo de mis sábanas y mis almohadas.
No soy exactamente la clase de persona que se muere por salir, pero sí el tipo de gente que se lamenta eternamente cuando está sola por mérito propio, y se arrepiente de salir al mundo a disculparse. Odio ver que en Twitter, la gente tiene planes para ésta noche, cuando uno no tiene otro más que quedarse inmóvil donde está.
La gente es cruel si te deja sola. La soledad es el peor castigo. Te envenena y te va aniquilando de a poco, sólo la soledad te puede matar si te agarra desprevenido. Tené mucho cuidado, atesorá a la gente que tanto querés, que tanto te quiere, en cualquier momento pueden darte la espalda y dejarte clavado un puñal. El puñal se te hunde en tu alma y te deja sangrar, la gente que te lo clavó no suele volver a sanarte. Cuidate de la soledad, haceme caso. Cuando te arrepientas de querer estar solo, puede ser demasiado tarde.
Hablo de la soledad profunda, sumergida, ahogada, la que no te deja ver la superficie de lo prendida que está a vos. En el mejor de los casos, uno mismo es el que puede acabar con la soledad, puede amigarse del Planeta Tierra, pero en los Días Grises, cuesta el doble. Hoy es un Día Gris.

No hay comentarios:

Publicar un comentario